Pas d'es Sineuer

He oído tanto sobre él, me han comentado tantas anécdotas, que no podía más que sentir curiosidad por realizar su recorrido: “El pas des Sineuer”. Es un día de Abril claro y caluroso, nos reunimos en la “Gloria”, como de costumbre, pero en esta ocasión somos pocos: Trepador y Ana que fueron protagonistas de aquella épica aventura, Coyote que se ha movido por estos lares al realizar una variante no menos árdua, César y yo. Dejamos un coche en el inicio de la carretera de sa Torre d’Ariant y empezamos nuestra excursión en Mortitx, pas des Garrover, la Malé. Allí reponemos fuerzas a la sombra de un “ullastre”. Por el pas de sa roca Llisa iniciamos el descenso hacia el mar, dejamos a nuestra izq. Las “fites” que se dirigen al caló d’Ariant. Junto al mar una pequeña cavidad habilitada a modo de refugio de pescadores o contrabandista, ahora recibe a seis excursionistas que disfrutan de la grandeza de este recóndito paraje. Desde aquí Trepador nos avisa, ahora empieza lo bueno. Y así es, nuestra ruta circula por un terreno escarpado buscando con inteligencia repisas y canales que arriba, abajo o en horizontal nos hacen progresar no muy lejos aún del mar que en ocasiones observamos con recelo desde alguna altura mientras atravesamos por estrechas cornisas. Parece que la travesía se corta y sin mucha confianza emprendemos la subida ganando altura rápidamente por un terreno muy empinado, más propio de una vía de escalada que de un paso de contrabando, que parece ser lo que fue. Ponemos mucha atención, la ruta en algunos tramos no es muy evidente y Trepador intenta recordar, pero llegados a un punto donde la rampa se va encontrando con una pared vertical, y sólo una canal pudiera dar acceso al paso, Trepador comenta “No es por aquí, estoy casi seguro, teníamos que seguir algo más cerca del mar, allí abajo.” Nadie dice nada pero seguro que la idea de descender por estas escarpadas paredes, a todos se nos suben ... Trepador inicia el descenso y le seguimos Cristiana, yo y Ana la última, ya que César y Coyote, algo más arriba pugnan con la posibilidad de hallar una salida por la canal. Así que después de descender unos cuantos metros se nos ofrece las disyuntiva de dos posibles salidas por lo que Trapador decide explorar la ruta que él da por buena y que le hará descender peligrosamente hasta el mar para llegar a la arista y Coyote intentará alcanzar la parte alta de la canal. Sentados los tres en mitad de la pendiente en exiguas plataformas esperamos con la esperanza de que el camino a elegir nos lleve hacia arriba; descender hasta el mar, mejor ni pensar en ello. Hace tiempo que hemos perdido de vista a Trepador, espero que le esté yendo bien.. El tiempo va pasando. Luisss, Juannn. Nada, que no responden. Un poderoso imán parece atraernos, o tal vez es el canto de las Sirenas que desde el mar que se abre a nuestros pies intenta convencernos de que nos lancemos al abismo, sea lo que sea es que con el paso del tiempo nuestra inquietud va a más y en vez de adaptarnos a nuestra situación nos sentimos más inquietos. Por fin Trepador aparece allá abajo dando los últimos pasos antes de la arista que despejará la incógnita. Al tiempo cuando parecía que con el brazo nos haría señales para que emprendiéramos el peligroso descenso, Coyote desde arriba, a gritos nos dice -Por aquiiiií, apenas le oímos pero es así porque Juan al unísono nos indica que no hay paso. No hay duda estamos en el buen camino. Todos nos reunimos sobre la canal, ahora todo se ve más claro la sonrisa ha vuelto a nuestros labios. Aún nos falta el paso pero parece no importarnos, es la hora de comer. Nos ponemos el arnés y nos acercamos al paso, una arista nos tapa el abismo que se abrirá a nuestros pies, por fin aparece el tan deseado pasamanos que nos permitirá pasar con comodidad esta travesía colgada sobre el vacío; no hago más que pensar en aquellos intrépidos Raconers capitaneados por el Sineuer pasando por aquí sin más ayuda que manos y pies y la necesidad de pasar o la imposibilidad de retroceder.