Hubo un tiempo en el pasado, lejano, en que cada río, cueva o
montaña tuvieron su cualidad única y la fuerza -su inherente Numen-.
La cooperación y el respeto a la Numina era esencial para el
bienestar de aquellas tribus primitivas.
Y algunos lugares eran lugares de potencia especial, como un
resorte de curación o un bosque sagrado ... como quizás el “bosque de Escorca”.
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