Alcanzado el lomo del coloso se abre ante nosotros un panorama espectacular. La luna casi llena está en alto y nos permite prescindir de la iluminación artificial. Coronamos al gigante tantas veces pisado, casi conocido piedra a piedra, y cenamos a resguardo del fresco viento que desviaba de nosotros la tormenta, pero acercaba otra por poniente. Una pequeña nube se transforma en amenazadora niebla que en pocos minutos alcanza la estatura del Tomir amenazando con engullirnos, y decidimos huir de ella. Bajada tranquila por Binifaldó, comprobando que el cableado estropeado ha sido sustituido por relucientes cadenas, y un agradable paseo a la luz de la luna hasta la finca de Menut.
¡Qué lástima no tener el talento de Marcos Molina para poder mostrar a nuestros lectores el espectáculo que pudimos disfrutar!
Pura churra: un rayó descargó en el momento de hacer la foto.
2 comentarios:
Veo que has aprobado el curso de poesia.
Jajaja, sobredosis de El Hombre y la Tierra...
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