Este viernes, festivo en Palma, una avanzadilla “raconera” ha vuelto de nuevo al Cingle de n’Amet, con la intención de bajar por esa verticalísima ruta hasta este auténtico “racó de tramuntana”, que según parece se conoce (pocos lo conocen) como “Es Racó de sa Pedra” y estudiar en serio las posibilidades de acceder al “Es Secret de l’Alger” (¿?), lugar que parece atraer más cuanto más se resiste.
Hemos ido desde el Port de Sóller, por el precioso “camí de s’Illeta”, pasando por Can Joan de sa Dida (nunca me canso de pasar por aquí), hasta el Coll de Cala Ferrera, donde guardaremos (escondido) el “exquisito pastel de Sant Joan” que nunca ya tomaríamos (por cambio de ruta ¡¡¡).
Bajada al lecho del torrente de Na Mora y subida hasta la zona dels “Cingles de n’Amet”, rodeando la torre de “na Seca”. Terreno “sucio” y complicado, calor en aumento ... pero en definitiva “raconer” (“mos agraden ses penúries”). En varios momentos nos acercamos al “filo” del precipicio para contemplar las vistas privilegiadas.
Llegados al inicio del “Niu de s’Aguila”, el panorama es impresionante y se ve peor que lo que uno recordaba, pero ahora toca bajar.
Muy abajo ya, en zona “a salvo”, donde a algunos ya no nos tiembla nada, enamorados del "càrritx", replanteamos el objetivo. Los dos más valientes deciden hacer un intento de bajar hasta la zona de la cala rocosa, rapelando. Sin embargo, las cuerdas no son suficientes y el terreno es descompuesto y realmente peligroso. Retirada. Habrá que volver, pero con el equipo completo (incluido “casco”).
El regreso fue “otra historia”. Subir esta ruta es realmente más fácil. Desde abajo contemplamos la subida y si no fuera porqué realmente conocemos los puntos “clave” para el recorrido, parece “imposible” recorrer estas paredes. Contemplamos de nuevo ese “jardín endémico”, rincón botánico especial, donde hoy se contempla entre las “peonias” (Paeonia cambessedesii) y “helleborus” (Helleborus lividus), que ya han perdido su flor, otro clásico endemismo balear, como es la “didalera” (Digitalis minor), ahora florecida. Creo que entre estas hay algún endemismo más.
Una vez arriba, decidimos regresar por “camino”, sin poder escapar del ardiente sol. 3 horas de camino nos separan ahora del coche, pasando por los Bàlitx y “camí vell de s’Illeta” y al final las cervezas anheladas en el Port de Sóller. El pastel de Sant Joan esta vez ha sido para las cabras.
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